Para mí no es que sea otra literatura respecto lo que entendemos por literatura “adulta”. Es una misma, con mayúsculas las dos, pero con unas ligeras diferencias de ejecución. Con frecuencia se concibe como una literatura menor, que a veces lleva al sermonismo, a que sea portadora de valores, a caer en lo infantiloide, en libros con moralina, que pueden ser un mal sermón en pésima literatura. Escribir una buena obra para estas edades es muy difícil.
Debe ser literatura de calidad, pero entendiendo que los receptores son distintos. Un niño no es un hombre en pequeño, sino que tiene su microcosmos mental. Si es menor de diez años, habrá que tener en cuenta las constantes psicológicas. No siempre lo mejor es lo más adecuado. Cada edad tiene sus lecturas de acuerdo a su desarrollo mental. Este es un principio básico.
Y si es literatura para jóvenes, debe estar escrita con altura, la máxima calidad, pero teniendo en cuenta unas pequeñas características que hacen que se acerque con garantía a esa franja de edad. Esto es lo que ellos piden y están esperando, tal como he constatado en más de dos mil encuestas:
La juventud siempre ha tenido su literatura, la que le encandila, y no es bueno ignorarlo. Si logramos un joven lector que lee “sus” libros, poco a poco irá ascendiendo hasta llegar a los grandes autores. Pero nada se improvisa, y es importante saber ir colocando los peldaños adecuados, sin que ninguno falle.